El regalo a las
telefónicas nos hipoteca
Debate.
Luego de predicar
hasta el cansancio su presunto combate a los “grupos concentrados”, el
Gobierno, con la
ley Argentina Digital, cerró el año entregando el
multimillonario negocio audiovisual y de Internet a Telefónica y Telecom.
En todo el mundo las multinacionales tienen roles y controles.
Acá no. Luego de predicar hasta el cansancio su presunto combate a los “grupos
concentrados”, el Gobierno, con la ley Argentina Digital,
cerró el año entregando el multimillonario negocio audiovisual y de Internet a
Telefónica y Telecom. Logró lo que no pudo con la ley de Medios. Reforzó su
condición de operadores extranjeros y monopólicos de nuestras comunicaciones.
No es tema menor. Estas hoy son algo equivalente a lo que en el siglo XIX fue la
introducción del ferrocarril. Son los rieles por los que transita información,
imágenes y todo el capital simbólico y conceptual. El control de esa
infraestructura (“vías” o redes) y de buena parte de las “cargas” que transitan
por ellas (producción de contenidos) quedó en las mismas manos.
En los ‘90 se dividieron el país y en
el 2008 Telefónica Argentina tomó el control indirecto de Telecom, cuando su
casa matriz (Telefónica de España) pasó a controlar a su par en Europa, a más
de ser aquí dueña de Telefe. ¿Qué serán “grupos concentrados” para el
kirchnerismo? Esta dominación económica no solo traba la sana competencia.
También puede avanzar sobre el pluralismo y la libertad de expresión. El uso de
estas herramientas (telefonía, Internet y TV) y una eventual manipulación
corporativa, conlleva una potencial amenaza a la soberanía nacional.
ENTEL se vendió a mucho menos de su
valor entre otras cosas porque tenía bloqueado ofrecer lo que ahora se permite.
El pliego privatizador también exigía la participación del personal en la
ganancia de esas empresas, exigencia que se anuló (con presión y complicidad)
por decreto. Luego de años de litigio, este decreto fue declarado
inconstitucional por la
Corte. Pese a ello, Telefónica y Telecom hoy niegan este
derecho y rechazan cancelar deudas, o pretenden hacerlo por montos que son una
burla. Hay expedientes que por “participación en las ganancias” ofrecen entre $
45 y 65 a
cada empleado por año trabajado. Miles de trabajadores deambularon dos décadas
por los tribunales y muchos fallecieron antes que llegara el fallo reparador.
Desde entonces pasaron 6 años y nadie le puso aún “el cascabel al gato”. Uno
podría imaginar que la capacidad de lobby de estas firmas puede trabar causas y
silenciar, pero estos desenlaces nutren sentimientos de desprotección y
escepticismo. Mientras estas empresas quieren saldar deudas por el valor de un
pan dulce, se les dio en bandeja el mayor regalo: la monopolización de los
servicios audiovisuales y de comunicación.
En tiempos de discursos travestidos,
el Gobierno fue Hood Robin. Antes de discutir por las telefónicas el Parlamento
debió exigirles que cumplan con las leyes argentinas.
Argentina necesita que nazca un nuevo
Scalabrini Ortiz. Surgirá. Las naciones más temprano que tarde recuperan su
plenitud de destino.
Orlando Novara es periodista